domingo, 10 de julio de 2011

Te fuiste Facundo con tu cuerpo ensangrentado por la falta de amor, en un amanecer oscuro por la violencia


Tantas enseñanzas, tanta sabiduría, tantas vidas vividas en una sola persona, y qué lamentable, Facundo, si yo pensé que estarías por siempre con nosotros, porque con una guitarra en manos y una voz que solo profesaba amor y paz en todas las tierras que pisabas, en todos los escenarios que subias y a todos los que rodeaban, no debíste irte nunca, porque seres así como tú son los que podrían transformar el mundo.

Pero te fuiste, Facundo, “aprendiendo a vivir se te fue la vida”, como una vez dijiste que “En aprender a vivir se nos va la vida”. Te fuiste, Facundo, en un amanecer oscuro, sin cantos de los pájaros, sin asomos del alba, sin guitarra en manos y sin público que aplaudiera tu poesía.

Te fuiste, Facundo, en un amanecer oscuro por la falta de amor que conlleva a la violencia, al odio; talvez, mirando tu cuerpo ensangrentado y talareando aquellos versos de tu poesía espiritual y callejera que te lanzó al mundo que hoy llora tu partida: “No soy de aquí, ni soy de allá”.

Así te veía yo, Facundo, ni de aquí, ni de allá. Ni de aquí porque fuiste un ser humano, que bien merecía gritarlo a los cuatro vientos, porque te dolía la falta de equidad, las diferencias sociales, la humillación a que son sometidos los hombres y mujeres del pueblo por dos o tres monstruos que les roban su sudor, sus sueños, sus esperanzas y su paz.

No fuiste de aquí, Facundo, no, y era evidente, con guitarra en manos y un corazón grande fuiste la voz de quienes callan por temor a perder un miserable pedazo de pan envuelto en miel amarga que les mantienen con vida, que sin darse cuenta, la dejan en jornadas intensas de dolor y llanto ante la impotencia que les corroe el alma.

Ni eras de allá, porque de allá son los ángeles y santos que no conocen el amor carnal como lo hiciste tú, entonces ¿ de dónde eras, Facundo?.

Con tús críticas sociales convertidas en canciones, te ganaste el corazón de miles y miles habitantes de este planeta tierra, denunciando a cada paso todo cuando sentías y acontecía a tu alrededor. Tampoco fuiste de las Pampas argentinas de donde dijo ser, en alguna ocasión, el Indio Duarte, tu compatriota.

¿De dónde fuiste, Facundo?, ¿quién te metió en este mundo?, ¿fue a caso el viejo Simón, aquél vagabundo del que hablaste tantas veces, que fue él que te enseñó que Dios existe, al recitarte el Sermón de la Montaña?.

No, Facundo, no fue el viejo Simón, no, te equivocaste, fue el mismo Dios, fue él mismo, que te trajo a este mundo lleno de odio, hipocrecía, desamor y falto de fé, sí, Facundo, fue Jesús que se disfrazó de vagabundo para confundirte, pero a la vez para dejarte el mensaje de amor y de paz que plasmaste en cada una de tus poesías convertidas en canciones.

Fue Jesús, Facundo, que te enseñó para que dijese a los hombres: "Ama hasta convertirte en lo amado, es más, hasta convertirte en el amor"

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