jueves, 5 de mayo de 2011

Cuántos acontecimientos en el mundo, eran esperados, solo dos con certeza

En los últimos días el mundo ha vivido con inten sidad varios acontecimientos en los que se ha regocijado, si es correcto decirlo, sobre todo porque eran esperados con gran intensidad e interés inusitado.

Vale destacar la mencionada boda real en la que el hijo mayor de la única princesa a la que le he dado seguimiento en revistas, diarios, televisión y todos los medios posibles, y me había identificado con sus penas, alegrías, amores y desamores, tomaba por esposa a una joven desconocida en este mundo de fantasías.

Desde que se anunció el compromiso de Guillermo con Catalina la gente esperaba el desenlace de un enlace esperado, la realeza no acostumbra a deshacer compromisos, digo, no he sabido del primero, pero era claro y evidente que la boda se realizaría. Fue emocionante ver a través de la tv como toda Inglaterra se volcó a celebrar esta unión. Me sentí alegre porque ví en él el rostro de su madre. Su misma sonrisa y mirada.

Lástima que Diana de Gales no estuviera físicamente, su emoción sería grandiosa, pero Dios quiso que ella contemplara esta unión desde el cielo y allí lo disfrutó.

Así la canonización de un verdadero santo en el mundo como fue Juan Pablo II, sólo bastó recordar las tres ocasiones en que visitó suelo dominicano y en especial aquella primera vez en que con un beso bendijo más aún a esta tierra prodigiosa y bella.

Le he admirado desde siempre, le he seguido desde siempre y algún día tendré que dar detalles de un grandioso milagro que hizo en nuestra familia cuando aún estaba con vida a través de un sueño que tuve dónde él era el centro. Se lo conté de inmediato a mi madre y sentí que guardó silencio, sé que lo entendió y aún lo comentamos.

Sólo bastaba ver su rostro, solo bastaba conocer su vida para saber que había sido un enviado de Dios verdadero. Su ternura, su sonrisa, sus pasos. Juan Pablo II no eres Beato para mí sino Santo, eres santo porque Dios te hizo santo desde que naciste.

El más reciente y último de los acontecimientos a que el mundo ha prestado especial atención, y era de esperarse que sucediese un día, es sobre la muerte del terrorista Osama Bin Ladem.

La muerte de este ser humano, al cual no voy a calificar porque eso no me pertenece, extremeció al mundo. Al enterarme me quedé pasmada frente al televisor esperando detalles y sobre todo el anuncio oficial que ofrecería el presidente de los Estados Unidos, Obama.

No puedo explicar lo que sentí, si fue alegría o tristeza. Alegría porque la humanidad se libraba de él, pero la tristeza me vino al recordar lo ocurrido el 11 de septiembre del 2001. Tantas personas inocentes muertas, tantos sueños frustrados y perdidos, tanta desesperanza y tanto dolor. Debo decir que aunque Bin Ladem fuera el autor intelectual de esos hechos, sus ideas encontraron eco en los actores que lo perpetraron.

Es esa razón por la que pienso que aunque ya él no existe, podría surgir, o podrían surgir otros Bin Ladem y otros desaprensivos que ejecuten macabros planes. Hoy estamos a salvo, pero y el futuro en manos de quién o quiénes está?. Me gustó el anuncio de su desaparición y lo celebré a mi estilo, con cautela, con mucha cautela, no igual que miles y miles de hombres y mujeres que llenaron la Zona Cero y Time Square de la ciudad de Nueva Yor.

Ver tanta alegría me dio miedo, ver tanta celebraciones me ha llenado de pánico y no, no dejo de pensar que podría pasar después.

 
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