sábado, 30 de julio de 2011

Este Día del Padre es otra oportunidad para decirte ¡Gracias viejo!

Padre, me niego visitarte allí, sé que allí no encontraré tú mirada, no encontraré tus manos, ni tu sonrisa, ni tus consejos, ni mucho menos el amor que me tenías, ni retomaré las conversaciones que sostuvimos en innumerables ocasiones.

Allí tu no estás, y lo sé, por eso, no haré como muchas personas que en este día visitan sus padres, idos a destiempo, y les llevan flores y las colocan en ese lugar, allí, donde sus cuerpos inertes son llevados para la eternidad.

No, padre, allí tu no estás, y lo sé, por eso, no te visitaré allí este Día del Padre. No, me niego a hacerlo.

Te visitaré en otro lugar, porque allí si estás, y es donde nos reencontramos cada día. Padre, estas en mis recuerdos, los retraeré nuevamente este Día del Padre y los recrearé para sentirte de nuevo conmigo este Día especial.

En mis recuerdos guardo tu sonrisa, tus regaños, las imágenes de los obsequios que me entregabas en los Días de Reyes y en mis cumpleaños y en alguna que otra ocasión especial; las veces que me corregiste cuando cometí algún error, y otras tantas para que entendiese que algo había hecho mal. Te recuerdo cada día José Antonio Reyes, y hoy para mí es otro día igual para saber que me sigues cuidando y protegiendo y llamándome "Ilurdes" de segundo nombre.

Estás en mi corazón, mi viejo, y hoy nuevamente te busco en este lugar, porque nunca te has ido de él, nunca, y aquel día, de tu partida a destiempo, no existe en mí memoria, porque sencillamente no te has ido.

Hoy, este Día del Padre, quiero aprovechar esta nueva oportunidad para decirte: “Gracias padre, gracias mi viejo, por todo lo que hiciste por mí que me ha parecido bueno, y son los ejemplos de honestidad, responsabilidad, lealtad, laboriosidad, humildad, sinceridad y agradecimiento, enseñanzas y valores que me dejaste, y así se los transmito a mis hijos para que sean hombres y mujeres de bien, y más aún, para que te sientas orgulloso de mí, de ellos, tus nietos y de que tu paso por este mundo dejó sus frutos.

domingo, 24 de julio de 2011

¡Quisqueyanos valientes alcemos, nuestro canto con viva emoción!. ¿Quién puede negarse a cantarlo?


Secillamente hermosa es la estrofa de inicio de nuestro canto patrio, como son todas las demás que lo componen en que nos invitan, a todos los dominicanos, a sentirnos orgullos de nuestra nacionalidad, de nuestra Quisqueya que levanta su bandera y a viva voz grita al mundo que somos libres y que sierva de nuevo jamás.
La música que acompañan las letras de nuestro canto nacional reflejan el amor e identificación con nuestra República Dominicana que sintieron los insignes Emilio Prud´homme y José Reyes.


Yo me pregunto ahora ¿qué dominicano ó dominicana puede negarse a cantar nuestro himno cada día, al iniciar y concluir las clases en cualquieras de las tandas; en actos oficiales,  repito, ¿qué dominicano, nacido en las mas hermosas tierras que ojos humanos hayan visto, se puede negar a sentirse identificado con nuestro himno?, ninguno.


Entonces, asunto resuelto, no podemos pedirle a las palomas que les tiren a las escopetas, aunque sí pedimos que llueva café, y otros como yo, el fin de la guerra en el planeta, cosas utópicas. El nacionalismo se lleva en la sangre, viene en las entrañas cuando se nace y no muere cuando se muere, se queda rondando y se enclava en el viento cuando soplan brisas de querer mancillarlo.
Lo que me ha llevado a enarbolar nuestra nacionalidad en esta ocasión, aunque siempre busco la excusa de reiterarlo, es el hecho de que un puñado de niños y escolares de nacionalidad haitiana, en una localidad muy nuestra como es Barahona, pueblo de la región Suroeste de nuestra República Dominicana, se niegan a cantar nuestro himno nacional al entrar a clases.
La denuncia no es tan simple, para no cantarlo y estar ahí cuando se levanta la bandera en su asta, llegan 10 o 15 minutos más tarde, ¡vaya qué cosas!
Si bien no se sienten identificados con nuestra nacionalidad, aunque algunos haya nacidos aquí, creo que debe primar el valor del agradecimiento.
De mi padre aprendí que quien no agradece no merece respeto ni confianza, si escupes las manos de quien te da de comer, no mereces la vida, porque estás presto a traicionarlo.
Si viven aquí, si por años le hemos permitido a sus padres ilegales que trabajen aquí, se han alimentado con nuestros productos, les hemos dado escolaridad en escuelas construidas por nuestros gobiernos, con recursos de los bolsillos de los dominicanos; les hemos dado atenciones médicas, les hemos dado condiciones humanas de libertad de tránsito y de considerarlos seres humanos, les hemos mostrado el sentimiento de la solidaridad y les hemos dado, sobre todo, nuestra hospitalidad, entonces ¿Por qué negarse a interpretar nuestro himno?.
Qué lástima que este hecho esté ocurriendo en Barahona, y quizás y sin quizás, el fenómeno se esté dando en otras localidades del país, pero sin denunciarlos. Digo lástima, porque Barahona es un pueblo donde los dominicanos tenemos sembrado aún más nuestro orgullo, de allí nacieron dos grandes mujeres que nos triplican la dominicanidad, como son las grandes, bellas e inolvidables: María Montez, reina del tecnicolor; y nuestra Casandra Damirón, que en su honor los premios entregados a nuestros artistas más destacados anualmente llevan su nombre.
Esta alerta debe estar ahora más enquistada que nunca en los corazones de los buenos dominicanos, repito, en los buenos dominicanos, porque en todas las sociedades hay personas que, a cambio de sus intereses, traicionan hasta a sus padres y lo de su nacionalidad les importa un carajo. Debemos estar alertas porque están por doquier en el país y las políticas públicas migratorias no se están llevando a cabalidad.
La denuncia es conocida por el profesor Domingo Batista Feliz, también miembro de la Asociación Dominicana de Profesores –ADP-, quien ha señalado que más del 50% de los estudiantes del liceo José A. Robert, de Barahona, tienen raíces haitianas.
El profesor ha expresado que esa masa de estudiantes no se siente identificada con los símbolos patrios, "por lo que me siento preocupado por ser parte de la comunidad educativa de ese liceo”.
Dijo que eso no solo ocurre a la entrada a la docencia, sino a las 6:00 de la tarde cuando se está bajando la Bandera Nacional.
En un reporte del periodista Teuddy A. Sánchez, corresponsal de varios medios de comunicación en Barahona, el profesor le ha dicho que él ha sido agredido a pedradas y a palos por los estudiantes cuando exige que canten el Himno Nacional al entrar al recinto educativo para comenzar las labores docentes.
Este reporte de nuestro colega, y del que me he hecho eco, debe ser archivado, estudiado e investigado por sociólogos que deben ser todos los dominicanos, comenzando por las autoridades del Ministerio de Educación.

 
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