miércoles, 11 de diciembre de 2013

República Dominicana y la ONU

El próximo 24 de este mes de octubre la Organización de las Naciones Unidas –ONU- cumplirá 68 años de su creación. Nace a raíz de finalizar la segunda guerra mundial con la firma de representantes de 51 países que dejaron a la historia la Carta de las Naciones Unidas, en la ciudad de San Francisco, California, Estados Unidos.
Entre sus principales objetivos se destacan mantener la paz y la seguridad internacional; fomentar relaciones de amistad entre las naciones; ayudar a las naciones a trabajar unidas para mejorar la vida de los pobres; vencer el hambre, las enfermedades y el analfabetismo, y fomentar el respeto de los derechos y libertades de los demás;  servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos objetivos comunes.
A resumidas cuentas la ONU fue creada para contribuir con la paz en el mundo, ya hemos visto decisiones tomadas por algunos de sus organismos en casos de gobiernos dictatoriales, en casos de hambruna, enfermedades, armas, en fin, en todos los asuntos habidos y por haber que ocurren en cualquier rincón del planeta el organismo interviene, aconseja, propone y facilita recursos. Es algo así como un “árbitro” mundial.
Sin embargo, en lo que respecta a mantener la paz, cordialidad y armonía entre la República Dominicana y Haití, el organismo se contradice o contradice principios básicos, al dejarse acosar por grupos de presión que le solicitan intervenir en sus afanes maquiavélicos  de apoderarse del territorio dominicano por no decir invadir este lado a como dé lugar y unificar la isla de Santo Domingo como ha sido conocida desde tiempos de la colonia.
El conocimiento de la sentencia 168/13 emitida el pasado 25 de septiembre por el Tribunal Constitucional ha desatado los demonios en ambos territorios entre gentes de ONG´s, malos dominicanos y haitianos que también cuentan con la compañía de otros organismos internacionales que no disimulan su descontento, y han dejado salir muchas cosas al aire con el objetivo básico de que esta Alta Corte se retracte de sus consideraciones sobre quién o quiénes deben tener la nacionalidad dominicana.
Considero que si es deber o propósito de la ONU fomentar relaciones de amistad entre las naciones, en cuanto a la  República Dominicana y Haití parece realiza todo lo contrario. No solo por dejarse utilizar para inmiscuirse en los asuntos internos de ambos países que en nada contribuye ni ha contribuido a esa parte de sus objetivos, ni mucho menos en ayudar tanto a la República Dominicana como Haití a mantener la paz en sus territorios.
Observo cómo el organismo,  dejado llevar de “Organizaciones Sin Fines de Lucro” u ONG´s y otras personas sueltas”,  crea discordias y enmaraña decisiones soberanas que distancian a  ambas naciones  y las obliga a abandonar los propósitos de bienestar común en sus respectivos territorios, así como a erradicar sus principales males de manera solidaria. La sentencia 168/13 ha dejado al aire que la ONU, en el caso de las relaciones dominico-haitiana, actúa de manera dirigida con propósitos no bien intencionados que a la larga propiciaría aumentar la falta de credibilidad del organismo entre los dominicanos.
Al parecer, la presencia de representantes de la ONU, tanto en la República Dominicana como en Haití y en muchas otras naciones en tiempos de conflictos internos sólo ha servido para  contrariar, llevar desasosiego a sus autoridades  y por ende a sus pobladores con imposiciones de “asuntos” que los conduce a  tratar de invalidarlos para la toma  de decisiones en pos del bienestar y felicidad de sus habitantes.
La ONU y su comparsa han interferido negativamente para que las relaciones dominico haitianas sean armoniosas, en un equivocado papel de juez y parte para que ambas naciones que  comparten este pedacito de tierra encantada  ahonden asuntos del pasado ya superados, con insistencia en defender  supuestas violaciones de derechos y libertades sobre todo en la República Dominicana, de manera absurda, que impide una  convivencia pacífica de ambos pueblos.
Cuando la ONU y su comparsa hablan de “Apátridas”, al referirse a los ilegales  haitianos e hijos nacidos en territorio de la República Dominicana, atropella y llena de incertidumbre a una población migrante que exige derechos fundamentales y libertades primarias, los cuales son objetivos básicos por los que debe velar el organismo en cada uno de los países del planeta.
¿Un haitiano puede ser apátridas?, no, jamás lo es ni lo será, ni sus hijos ni nietos,  aunque hayan nacido en este lado de la isla o en cualquier parte del planeta.  Los representantes de la ONU y su comparsa lo saben y es lamentable que lo sepan y lo distorsionen con intenciones sobradas de pisotear a la República Dominicana. Cuando digo que la ONU contradice sus fundamentos lo digo sobre la base de que sus miembros conocen, como las palmas de sus manos, ambas constituciones, sobre todo la haitiana.
El artículo 11 de la Constitución Haitiana explica que sus nacionales son reconocidos como ciudadanos de su país, y en su artículo 15 les niega la posibilidad de adoptar otra nacionalidad fuera de la suya, la haitiana, por lo que  expresa claramente que ningún haitiano es apátrida, ni mucho menos es “desnacionalizado” por ningún país del mundo, como se ha tratado de confundir a estos nacionales haitianos que en un gran porcentaje desconocen que nunca han estado ni estarán desprotegidos de nacionalidad y por consiguiente de actas de nacimiento ni de documentos de identidad porque forman parte de una nación que ha sido secuestrada por un grupito de deshonestos de la que le han hecho renegar para ellos culminar con sus intenciones malsanas.
Lo lamentable del caso es que la ONU lo sabe, lo conoce, lo esconde, lo oculta. ¿Las intenciones?, todos por aquí creemos adivinar. En vez de procurar que la República Dominicana asuma como nacionales a más de 2 millones de haitianos ilegales en su territorio, este organismo ha fallado en exigirle a las autoridades haitianas que documente a sus habitantes,  amén de velar por el respecto a las leyes dominicanas y prevenir que personas malsanas se aposenten en nuestro territorio para desatar discordias.

Los dominicanos debemos estar atentos a estos asuntos, y como escribí anteriormente que aunque el problema haitiano forme parte de nuestra cotidianidad, no debemos dormirnos en el caso. Debemos estar atentos para no ser despertados en medio de una horrible pesadilla.

A la carrera no quedará bien

Nada que se haga a la carrera puede quedar bien. Los casos abundan y enseñan que las cosas hechas de prisa fracasan, no encajan, no perduran en el tiempo y, terminan mal.  Con los años y los tropezones se aprende que para echar andar determinado proyecto primero se debe hacer una planificación, corrección, cálculos de los pro y contra y, demás está analizar minuciosamente para que quede bien, para que el resultado sea el esperado y luego  exhibirlo como un gran logro.
Sin temor a equivocarme, con el devenir de la puesta en ejecución del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, como manda la Sentencia 168/13 del Constitucional, y tras el Decreto emitido por el Presidente Danilo Medina, se observa al director de Migración, Ricardo Taveras, entregar cientos de carnets a extranjeros en la República Dominicana de manera tan de prisa que podría, en un breve plazo, desviar la esencia del mismo.
Ha de suponerse que previamente esas personas, en el caso de los trabajadores temporeros, deberían estar plenamente documentadas con nombres propios y datos legítimos otorgados o recibidos en sus respectivas naciones, antes de recibir un carnets que los acredite como extranjeros para que puedan desempeñarse en determinados oficios u ocupaciones en el país, sea estudiantes, cocineros, braceros, domésticos o lo que fuere.
He visto con extrañeza que el director de Migración, conocedor por demás de la problemática de los nacionales haitianos, que en más de un 90 por ciento carecen de documentos de identidad, quejarse de que este inconveniente impide dotar de carnets para ser contratados como trabajadores temporeros a más de 20 mil personas del vecino país que viven ilegalmente en la República Dominicana y que así lo han solicitado.
Justo, en un acto celebrado en Mao, Valverde, en que la dirección de Migración entregó 80 carnés a trabajadores haitianos dentro del proceso de regularización de trabajadores temporeros, Taveras asegura que hay en una lista de espera unas 20 mil personas que no han podido ser carnetizadas por carecer de  documentaciones cuya obtención se les dificulta en su país, ya que en su mayoría no cuentan con recursos para procurarlos.
Desde tiempos remotos se habla de que los haitianos cruzan la frontera y llegan a la República Dominicana por diferentes vías y sin ningún tipo de identificación. Esta problemática ha sido ampliamente conocida y debatida por abogados, especialistas constitucionales, expertos en migración, miembros de la Junta Central Electoral y personas conocedoras de esta gran falla de las autoridades que ha tenido Haití desde siempre.
El director de Migración no debe acusar ahora ignorancia para informar sobre esta realidad que es harta conocida por todos, tanto aquí como allá.  Estas 20 mil personas no podrán ser carnetizadas por carecer de identificación personal y las autoridades dominicanas tienen en este, como en otros casos, que replantear los propósitos firmes del Plan. A la larga este inconveniente podría desvirtuar la esencia y resultados esperados que se ha propuesto lograr el gobierno, primero se deberá procurar que estas personas decidan nombres y apellidos propios en su país, y luego evaluar correcta y minuciosamente cada uno de los casos.
No queda bien que, por el afán de mostrar a ONG´s, organismos internacionales e islas de la región que critican hoy a la República Dominicana, de que aquí se cumple y se respetan supuestos derechos humanos, sus autoridades muestren preocupación, de la noche a la mañana, de que existe tal impedimento para dotar a esas personas de carnets como trabajadores temporeros.
Por lo tanto, dotar a miles de ilegales haitianos y de cualquier otra nacionalidad de un carnets solo porque hay que hacerlo ya, como si el tiempo se acaba, como si después sería tarde, representa un claro peligro para la nación dominicana en el devenir.
Fíjense bien y tengan cuidado, no se puede ir por ahí dotando de carnets de trabajadores temporeros a tanta gente que quizás no es ese su interés para residir en la República Dominicana. Igualmente ocurre con la entrega de prisa de carnets de acreditación a estudiantes extranjeros de diferentes universidades.
Este proceso del Plan Nacional de Regularización es muy delicado para la República Dominicana y por lo tanto merece que el mismo sea bien ejecutado, planificado y elaborado, sobre todo, en esta parte de la carnetización de extranjeros en territorio dominicano, pero no como se lleva a cabo, de manera tan deprisa que podría ser vulnerado igualmente de prisa sin que las autoridades lo noten, pero sí gente del pueblo que en muchos casos no tiene voz, pero podría estar tomando apuntes.
Esos 20 mil haitianos imposibilitados de portar un carnet como trabajadores temporeros, debe ser un tema de los tantos que quedarán encima de la mesa al concluir este 2013 para las autoridades dominicanas, y uno más de los tantos que se les deberá procurar solución en el venidero 2014. No puede ser a la carrera, porque primero se deberá agotar un proceso de buscarles sus nombres y apellidos en su país natal; aquí nadie debe ni puede proporcionárselos.
Conviene a todos que las cosas salgan bien, por lo que no debe ser a la carrera, no de prisa, no así.


martes, 5 de noviembre de 2013

Una Sentencia que desmonta el plan

Sin lugar a dudas, la Sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional, ha caído como un balde de agua fría a los promotores de la fusión de las dos naciones que conforman la isla de Santo Domingo que, desde hacía tiempo, apostaban a lograr su objetivo, poniendo en marcha prácticas deshonestas y aberrantes en las que involucraron a organismos internacionales; crearon entidades conocidas como ONG´s y facilitaron manos de obra barata a los sectores empresariales, productivos y servicios en la República Dominicana.
Era un plan orquestado que se cimentó en la oscuridad, y que a menudo, mostraba algunos destellos de luz.  Procuraba, en conversaciones de aposentos, el apoyo tanto en el país como en grandes naciones que vieron en el proyecto la salida magistral a tan odioso problema hemisférico de pobreza extrema, insalubridad, deforestación total, entre otros males que registra  la nación haitiana y que se agravaron con el terremoto del 12 de enero del 2010, lo cual, desde entonces, acredita a ese país: Estado fallido.
Algunos dominicanos habían notado lo que se venía encima a la República Dominicana y expresaban su parecer en medios de comunicaciones escritos, televisivos y radiales. A quienes más insistían en presentar la problemática se les marcó como racistas y  antihaitianos. Estos dominicanos pudieron visualizar el plan que se pretendía a lo lejos y a la vez muy cerca: querer pisotear la sangre derramada en tan innúmeras batallas a lo largo de nuestra historia, de hombres y mujeres que amaron y nos legaron la libertad y la soberanía.
Lo que evidenciaba el plan en su mayor expresión y proporción, lo concita el avispero que han montado las autoridades haitianas a nivel internacional. Han ido a la seca y a la meca, procurando apoyo para que la medida soberana de la República Dominicana sea desconocida, desarmada y retractada. Saben y reconocen que la Sentencia del Constitucional desmonta lo que se había gestado con tanto empeño y recursos, y que ahora, quedaba al descubierto, desenmascarando lo que por décadas había sido programado ocurriese en cualquier momento de los años venideros, sea en el 2019 como en el 2022.
Entre los puntos básicos del plan figuraba intervenir directamente el registro civil de la República Dominicana y lo habían logrado con la ayuda de recursos y malos dominicanos. Obtener actas de nacimientos, cédulas de identidad y  pasaportes, fue por años presa fácil de los gestores fusionistas quienes vanamente creyeron que dos culturas y dos razas muy distintas, podían mezclarse con la sola obtención de tan preciadas identificaciones. El porte ilegal de estos documentos, hacía y aún hace presumir a un nacional haitiano de ser y que se le considere dominicano.
En este aspecto, todo el pueblo dominicano observó como el testigo Winne Jan, llevado ante los jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por representantes de ONG´s, insistía en ser reconocido como dominicano, y  fue evidente, que sus padrinos suplantaron la identidad que portaba y se equivocaron con tal individuo y los demás que apadrinan en identificarlos como hijos de la tierra de Luperón, Caamaño y otros tantos héroes de la libertad.
Un segmento importante de la población dominicana desconocía el por qué las autoridades haitianas no obligan a sus nacionales documentarse; a ningunos de los gobiernos que ha tenido la nación más empobrecida del continente americano les ha importado que sus habitantes obtengan actas de nacimiento, ni mucho menos cédulas de identidad.
Este desorden y salvajismo de Haití lo ha exportado a la República Dominicana de manera ilegal con la entrada de miles de sus habitantes que, a cualquier hora del día o de la noche, violan zonas fronterizas con la excusa de procurar mejores condiciones de vida, y que a la vez son presas utilizadas como entes de presión para obligar a las autoridades dominicanas reconocerlos como hijos, con la intención marcada, debajo de las mangas: ser muestra de la fusión gestada.
La Sentencia 168/13 abre las puertas a la regularización de miles de nacionales haitianos que viven ilegalmente en el Estado dominicano, y que les permitirá a sus autoridades contar con un registro de control de la cantidad y calidad de esas personas en su territorio. Pero no, no, decenas de las entidades que se han lucrado por años con el problema haitiano se niegan a colaborar. Se han presentado como portadores de la verdad y exigen derechos, desconociendo los derechos de quienes tienen la carga social en sus hombros.
Estas entidades amenazan con seguir la práctica de denuncias de maltratos a los seres humanos que dicen defender ante todos los organismos internacionales posibles, con lo que muestran la hipocresía más hostil y mezquina que habita en las profundidades de su interior.
En la práctica defienden el modo vivendi que les ha proporcionado grandes recursos y comodidades desde que se gestó el plan fusionista en el que involucraron a profesionales de todo tipo en la República Dominicana y, con la Sentencia,  han mostrado sus rostros en los que se puede observar a periodistas, sociólogos, economistas, juristas, entre otros, que desde hacía tiempo eran altoparlantes de la pretensión desenmascarada.
Cuando las autoridades haitianas interpusieron la veda inescrupulosa y ridícula a los productos avícolas dominicanos, ya se evidenciaba el plan. Esta acción nefasta le quitaba el manto. La indignación que sintió el pueblo dominicano no se hizo esperar. El gobierno de Haití apostó a desacreditar a la República Dominicana y decía al mundo que los productos avícolas que producía el vecino estaban contaminados con bacterias de toda clase que amenazaba la vida de los habitantes haitianos y que por tanto tenían que prohibir la entrada a su territorio.
Esa nación, sin ningún estándar de salubridad, cuyos habitantes son portadores, en gran porcentaje, de enfermedades que el mundo creía erradicadas, se pronunciaba así, desconsiderando un país que le tendió las manos y alimentó a gran parte de sus hijos con iguales productos,  amén de ofrecerles soluciones médicas en el momento más crítico de la fatalidad que padece.

Ese acto evidenció que se trataba de un plan de descrédito hacia el país solidario que ha sido la República Dominicana con el pueblo haitiano. El plan había comenzado a dar señales de luz y era preciso procurar herramientas para desarticularlo, y de qué forma. Una Sentencia, que vendría a regularizar la presencia incalculable de inmigrantes ilegales en territorio dominicano, ha sido el grito desesperado de quienes creyeron que la República Dominicana no  iba a despertar jamás y que nunca se iba  a atrever a tomar la sartén por el mango ante lo que se trabajaba por detrás y en frente, tanto en el país como en naciones protectoras de la desventura haitiana.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Ito y la cruzada del reencuentro en el PRSC

Los políticos dominicanos se reinventan.  Buscan cualquier  forma  para mantenerse  en portadas ó  en el centro de las noticias en los diferentes medios de comunicación y en la vida del pueblo sencillo y humilde.  Realizan múltiples actividades en las que dejan plasmado el clientelismo reinante en el sistema partidario con el que cada organización mantiene asegurada  su matrícula de simpatizantes y seguidores.
Sin embargo, hacer política procurando el reencuentro de los dirigentes idos, y no a destiempo, es una forma particular y diferente con el que el diputado por la Circunscripción 3, Ito Bisonó, ha emprendido una cruzada para atraer nuevamente al Gallo Colorao a aquellos que una vez marcharon y siguieron “a paso de vencedores”  al fenecido líder  Joaquín Balaguer.
La labor que realiza el legislador,  junto a los demás miembros de la Comisión de Reencuentro, siguiendo las directrices de la organización, es digna de imitar a lo interno en otros partidos políticos del patio. Reencontrarse con quienes vivieron la gloria y ostentaron el poder político a lo largo de los 22 años de gobiernos balagueristas y convencerlos a volver y reintegrarse a los trabajos de organización y reestructuración,  no es tarea fácil.
Buscar y convencer a gente en el seno mismo de sus moradas donde son visitados para que regresen a la organización política por la que simpatizaron y lucharon para que su líder encabezara sus distintos gobiernos, no es tarea fácil, repito,  es tremenda cruzada para los miembros de la referida Comisión y la organización en sí. 
Después de la firma de aquel Pacto Patriótico por medio del cual los ex presidentes Joaquín Balaguer y Juan Bosch le cerraron el paso al también fenecido José Francisco Peña Gómez, para dejar en manos  del doctor Leonel Fernández los destinos de la República Dominicana, ha sido un largo trajinar, ha sido largo el camino, aunque quiero negarme a plasmar aquí que la tarea encaminada será tiempo perdido.
Cuando en aquel primer gobierno de Fernández, 1996-2000, los reformistas  colocaron el mote de “come solos” a los peledeistas, fue el principio del fin del partido fundado por Balaguer. La división interna se veía venir.  Un alto número de dirigentes se acomodó en el aún débil Partido de la Liberación Dominicana de entonces, mientras otros allanaron su camino al lado de Hipólito Mejía y el Partido Revolucionario Dominicano de entonces, en el gobierno del 2000 al 2004.
Luego vinieron las elecciones y el triunfo del PLD en el 2004, Leonel Fernández quiso cambiar la manera como le habían tildado los reformistas y colocó en relevantes posiciones a dirigentes del Gallo Colorao.  Otros, siguieron  a la sombra de Mejía y se mantenían merodeando a ver dónde hacían más gracia.
Siguieron las elecciones y en las próximas del 2008 el PRSC obtuvo un pírrico porcentaje electoral que amenazó con la desintegración total de la organización política, amén de las expulsiones de altos dirigentes y colaboradores que habían tomado sus maletas y migrado a los otros partidos ya mayoritarios, alimentados, precisamente, con gente de la base que para entonces se encontraba huérfana y encontró hogar tanto en el PLD como en el PRD.
El tiempo ha pasado, y ha pesado. Los reformistas han perdido espacio, pese a que en el proceso electoral del pasado año, a duras penas, recobraron un poco más del 5% del favor del electorado para seguir sobreviviendo y ser reconocido como “mayoritario” y organización de masas que, en innumerables ocasiones, hizo rebosar de dirigentes y simpatizantes las extinguidas rotondas de las principales avenidas de la ciudad de Santo Domingo de los años 80 y principios de los 90 en las diferentes campañas electorales.
El porcentaje obtenido por el reformismo que preside el canciller y ex vicepresidente de la República, Carlos Morales Troncoso, en el proceso electoral del 2012, ha hecho despertar a los correligionarios de Balaguer, y ha sido bueno, aunque el sueño le durase  cerca de dos décadas, siempre es bueno despertar, por lo menos para saberse vivo.
Y es lo que está haciendo el diputado de Cristo Rey, La Agustina, El Caliche, La Agustinita y demás sectores que conforman la Circunscripción 3 del Distrito Nacional.  Es bueno despertar, aunque el retardo amerite de cruzadas de reencuentros como las que lleva a cabo Bisonó y los demás miembros de tal Comisión.
Las tasas de café y los vasos de agua y refrescos con los que son recibidos en cada rincón del  país,  serán siempre revitalizadores, y yo lo aplaudo.  Lo que estaría por verse, pero será agenda del  proceso electoral del 2016 cuya fecha de inicio es de dos años antes, o sea, al doblar la esquina, es que haya rendido los frutos esperados.
En tanto, estaré atenta a esperar los resultados de tan encomiables visitas que esta mortal prefiere llamar cruzadas que, repito,  son dignas de apreciar e imitar. Lo lamentable sería que nueva vez los reformistas endosen tamaño esfuerzo y vitalidad a un candidato o candidata que se presente al proceso fuera de sus entrañas.
Es de lo que tienen que cuidarse Bisonó, los integrantes de la Comisión de Reencuentro y los altos dirigentes del Partido Reformista, que esta oportunidad maravillosa que pretenden tener de ir solos en el proceso electoral que se avecina, con un PRD inexistente y un PLD con un candidato aún indefinido por las tantas aspiraciones presidenciales que ostenta la organización fundada por  el profesor Juan Bosch, se les escape de las manos.
El seno del Congreso Joaquín Balaguer a celebrarse el próximo mes de octubre debe dejar claro y preciso que los reformistas no están  “pelando chinas para que otro chupe”.
ilo C d n o ` ó claro a los de la ONU y por ende a los haitianos que la República Dominicana impondrá sus reglas de juego y que los tiempos de chantajes y de procurar amigos que les ayuden en sus aspiraciones de destruir la dominicanidad ha quedado en el pasado.
La sociedad dominicana ha visto con el pasar de los años como esta problemática se ha convertido en parte de su cotidianidad, la solución puede visualizarse, como las fallas del sistema eléctrico, solo debe haber un conglomerado de voluntades.  Esperemos. 

Los vecinos y la cotidianidad

Con el transcurrir del tiempo las sociedades en desarrollo y las más avanzadas se encuentran de pronto asaltadas por hechos que se vuelven cotidianos por la continuidad o repetitividad de los mismos que, sin proponérselo,  forman parte de una cultura adquirida.
Los casos están por doquier y son evidentes. Pero es específicamente el dominicano que quiero referir. A través de los años la sociedad dominicana se ha visto copada de hechos y situaciones, algunos de los cuales tomará tiempo y una gran inversión de voluntades para  escapar de los mismos, sin pensar siquiera en erradicarlos, sería utopía.
El problema eléctrico forma parte ya de la cotidianidad en la sociedad dominicana desde hace más de cuatro décadas. Gruñir como niños cuando se suspende el servicio y aplaudir cuando es devuelto, es costumbre en todos los ámbitos sociales, bajos, medios y altos.
Pero en la República Dominicana ocurren otros hechos que más que las fallas del sistema eléctrico, han envuelto a su sociedad en una maraña que si las autoridades competentes no procuran solución formulando y ejecutando políticas, los mismos entrarían en una etapa peligrosa que adelantaría el surgimiento de protagonistas inesperados  salidos, con todas las posibilidades, del pueblo mismo.
Tal es el problema de la inmigración ilegal de haitianos en nuestro territorio. El caso se ha agudizado en los últimos años, los haitianos quieren a toda costa entrar a la República Dominicana como chivos sin ley y, cuando las autoridades dominicanas tratan de imponer las reglas  procuran todo tipo de chantajes.
Si instituciones del Estado dominicano destapa y descubre sus madejas de falsedades con las que pretenden obtener  la nacionalidad dominicana, entonces acuden a sus amigos que buscan resolverles el problema de manera inequívoca.
Para muchos dominicanos existía solo la percepción de que los haitianos contaban con amigos en los países interesados en buscarle cobija a tanta miseria humana, y no precisamente por falta de alimentos, sino por falta de coraje para afrontar sus problemas internos y crear ellos las bases y condiciones en su nación para que millones de sus nacionales salgan de la pobreza en que tradicionalmente han convivido.
Sí, existía la percepción, solo unos cuantos dominicanos lo habían notado y lo habían expresado por diferentes vías, pero llegó el momento, el momento que siempre llega, llegó, y  los organismos internacionales que aúpan solucionar la tragedia haitiana en territorio dominicano, mostraron el refajo y dejaron expuestas sus aspiraciones nefastas para la sociedad dominicana.
Me refiero a la visita al presidente Danilo Medina que hicieran funcionarios representantes de las Naciones Unidas en el país que, entre otros temas tratados con el mandatario dominicano, figuró también el caso  haitiano en nuestro país.
Días después de esa histórica visita, el ex cónsul general de Haití en nuestro país, Edwin Paraison,  escribió un artículo basado en unas declaraciones del director de Migración, Ricardo Taveras, quien dijo apoyar una manifestación en repudio a la inmigración ilegal haitiana que se ha establecido en la comunidad de Bávaro, provincia La Altagracia, y que amenaza con sacar a los pocos dominicanos que residen allí, amén de que han copado todas las áreas de trabajo.
No puedo dejar pasar por alto la calificación dada por el señor Paraison a las palabras del director de Migración, las cuales denominó “Provocación”.
Dijo que tales declaraciones  son una provocación,  y menciona en el escrito las razones que él le confiere para justificar que el funcionario del gobierno dominicano no debió pronunciarse de tal modo.
A caso el ex cónsul haitiano puede hablar de provocación.  Se le olvida que los miles de ilegales haitianos que han usado nombres y cédulas falsas para adueñarse de una dominicanidad que no le corresponde es provocación.  ¿No es acaso provocación que al amparo de esa ilegalidad la Corte Interamericana quiera condenar a la República Dominicana el próximo  mes de octubre bajo alegatos de quebrantar los supuestos derechos que dicen les corresponden?
¿Es provocación haber sido desenmascarados y despojados de esos documentos alterados con los que pretendían confundirse como dominicanos?.
Ah!, este señor parece no tener claro el concepto de provocación. Y ¿Qué nombre les pondremos?, ¿Qué nombre les pondremos?.
Creo que al señor Paraison se le olvida que el director de Migración primero es dominicano y que le corre por la sangre la dominicanidad, cosa que los haitianos por más piruetas que hagan a nivel internacional nunca podrán considerarse como tales.
A  los representantes residentes de la ONU en su visita al Palacio Nacional a procurar una solución favorable del mandatario dominicano sobre hijos de haitianos ilegales en la República Dominicana, el presidente Medina les respondió con unas palabras que ningunos de los  allí presentes  esperaban: “Ese caso no es de mi jurisdicción”.
Sí, esa  fue la respuesta del mismo presidente que en una glamorosa visita a Haití se ofreció disponer  locales en la República Dominicana para documentar como haitianos a ilegales aquí, como las autoridades haitianas no hacen.  El mismo presidente Medina que acudió a Haití en una visita solidaria para dejar iniciado el sueño de una frontera rebosante de verde esperanza.  Si, el mismo presidente que el día después de esa visita que se caracterizó por el inicio de una era de hermandad entre dos pueblos que se dice son dos alas del mismo pájaro recibe la inexplicable noticia de que los productos avícolas dominicanos son impedidos de entrar a Haití. Sí, el mismo presidente Danilo Medina que desde que asumió la presidencia de la República Dominicana ha tendido de rosas y jazmines el camino de las relaciones dominico-haitianas y sólo ha recibido espinas de sus autoridades. Sí, el mismo presidente Danilo Medina les dejó claro a los de la ONU y por ende a los haitianos que la República Dominicana impondrá sus reglas de juego y que los tiempos de chantajes y de procurar amigos que les ayuden en sus aspiraciones de destruir la dominicanidad ha quedado en el pasado.

La sociedad dominicana ha visto con el pasar de los años como esta problemática se ha convertido en parte de su cotidianidad, la solución puede visualizarse, como las fallas del sistema eléctrico, solo debe haber un conglomerado de voluntades.  Esperemos. 

domingo, 30 de diciembre de 2012

La tragedia de Newtown y la historia del pueblo misterioso

Cuando abrí los diarios digitales de ese día y me enteré de la tragedia, no podía creer que alguien sobre la tierra podría descargar su ira y todo su odio sobre seres tan inocentes que solo sabían llevar alegría y esperanza a sus padres, a su escuela y al peligroso mundo que les rodeaba.

Las primeras noticias llegaron frías y fueron recibidas con inmenso pesar por todos que en distintos escenarios la comentaban y a una sola voz se preguntaban: ¿Cómo se sentirán sus padres?, una pregunta que no ameritaba respuesta, el solo hecho de saber que sus pequeños ya no estarían con ellos, era simplemente devastador. 
Y aunque siempre es triste saber de la muerte de alguien y mucho mas de un inocente de apenas 6, 7,8, 9 años, lo terrible de todo que ha sido en la víspera de la Navidad, cuando los niños son los protagonistas de la época mas encantadora del año; piensan en los regalos, en la lista de juguetes para Santa, los dulces y los paseos a tiendas, la decoración y la fiesta de la escuela.
La tragedia de Newtown me causó mucho dolor y rabia y el saber que la mayoría de las víctimas eran niños en edades entre 6 y 7 años, me hizo recordar a una historia la cual leí con atención hace algunos años porque la misma retrata una realidad que  nos cuesta mucho que los demás se enteren..
La historia la refirió el periodista y orgullo de nuestra clase, profesor, columnista y director de diarios y revistas, Rafael Molina Morillo, en su columna del matutino El Día, y recuerdo el señalamiento de que alguien la envió a su correo. La misma trata sobre un visitante que llega a una ciudad por la cual sentía inmensa curiosidad en conocer sobre sus edificaciones, costumbres, paisajes, cultura y sobre todo su gente.
El visitante recorre la ciudad acompañado de unos pueblerinos, visita museos, bibliotecas, escuelas; conoce la comida con sus platos típicos, baila su música y disfruta al máximo todo cuando quiso saber de ese lugar.
Todo anda bien hasta que llega al cementerio de la ciudad. Allí se detiene con los acompañantes, observa cada una de las tumbas y camina con pasos muy lentos entre éstas. Ve con detenimiento que las tumbas decían los nombres de las personas fallecidas y la edad que decían tener, y casi todas oscilaban entre 5,6,7 años.  
Sin pronunciar palabras, mira, mira, y lee detenidamente, luego le dice a uno de los acompañantes: qué rara es esta ciudad, aquí la gente muere siendo niños y le indica las edades con el índice, y entonces el pueblerino le contesta: no, no es esa la edad de vida de los difuntos que descansan aquí.
“No, dice confundido el visitante!, y entonces por qué tienen esos años, preguntó, y es cuando el pueblerino le responde: esa edad que está plasmada en esas tumbas, son los años en que esas personas fueron felices, y le fue señalando uno por uno y ofreciéndole explicaciones de algunos de los casos. “Mire fulano de tal vivió 70 años, pero sólo fue feliz durante 6 años; perencejo vivió 60 años y sólo vivió feliz 5 años, y así sucesivamente.
El visitante se llevó tremenda experiencia de su viaje, y pensó seriamente en lo especial que era la gente de ese lugar. Plasmar sobre sus tumbas las edades en que fueron felices es cosa extraordinaria. Pensó que la gente vive tantos años y no se detiene a pensar en los años en que valió la pena.
Esa historia me recordó la tragedia de Newtown, Connecticut, Estados Unidos, repito, porque relaciono que esos niños murieron en la edad en que todos somos felices, aunque merecieron vivir sus vidas y hacer sus sueños realidad. A esa edad seguramente les habrían dicho a sus padres lo que querían ser cuando fueran grandes, y hoy sus progenitores solo sienten la pena de saber que volverán a verse algún día.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Toda la RD ora por tí Francina, te queremos

Fue en noviembre, un noviembre lluvioso, con Sandy por tormenta. Fue un noviembre de violencia, como otros tantos meses del calendario dominicano desde la última década. Dicen las estadísticas que los feminicidios disminuyeron en comparación a igual período del pasado año, pero qué importa, fue noviembre, un noviembre de luto y dolor en muchas familias de nuestro país. Son largos los días, pero fue en noviembre en que los dominicanos tuvimos una oportunidad nueva de demostrar nuestra solidaridad, nuestra fe y nuestra hermandad, y de qué manera. Somos un solo país, aún los casos de alegría y de tragedias se presenten en capas sociales diferentes, como es el de Francina Hungría, una ingeniera civil que nos ha unido a todos en un grito de esperanza y a la vez de desesperación. Todos oramos por ella, todos sufrimos su dolor, todos estamos con ella, y nos sensibilizamos con sus palabras de agradecimiento por el gesto de todo un pueblo. Qué grandeza la de esta joven que una tarde-noche de noviembre, al salir de supervisar una obra, como parte de su trabajo, fue víctima de unos malos dominicanos que han creído que pueden vivir llevando a otros a morir. Los malvados sujetos  huían de la escena en que habían cometido un atraco a una señora que salía de un banco, y por querer esfumarse rápido de allí, agredieron a Francina para despojarla de su vehículo en momentos en que ella concluía su labor y regresaba a casa a descansar de la faena diaria. Tras recibir un disparo en la cara y perder su ojo derecho, las noticias llegaron a todos los rincones del país, por televisión, radio, redes sociales, diarios, y de boca en boca, al amanecer las oraciones no se hicieron esperar, primero pedimos al Todopoderoso que salvara su vida, y después cuando las informaciones fueron un tanto alentadora de que viviría y que había perdido su ojo derecho con la posibilidad de que igual suerte corriera el izquierdo, nos conmovió más, y luego, al pasar los días, ella pedía orar para que el Señor  le mantenga la visión en su ojo izquierdo "porque así puedo trabajar".
Cuánta desesperación, cuánta impotencia, cuánta pena, ella, pedía que le acompañásemos en su fe que no perdió nunca ni ante los diagnósticos negativos que recibió en el país y en los primeros exámenes realizados en un hospital de Miami, Estados Unidos.
"Sigan orando!, fueron sus palabras antes de que la subieran al avión ambulancia, "no dejen de orar", qué ejemplo de fe nos ha dado. Y ayer, después de que el célebre oftalmólogo dominicano, Salomón Melgen, radicado en esa ciudad norteamericana, le hiciera algunas pruebas y extrajera sangre acumulada en su ojo izquierdo, el milagro divino, fruto de las oraciones, no se hizo esperar: “Ay Dios mío, acabo de ver luz”, ha dicho Francina con alegría,
Con esta noticia, todos estamos alegres en la República Dominicana, por momentos nos hemos olvidado de nuestros problemas y de los problemas comunes que nos afectan. El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres, como dice el salmista. Es la esperanza de que Francina vuelva a ver, tras el disparo que casi la deja inmóvil sin ninguna posibilidad de vida. El Señor ha usado a Francina para demostrarnos que si oramos, si tenemos fe, podemos mover montañas y lograr todo cuanto anhelamos y ganar la gloria eterna.

 
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