miércoles, 11 de diciembre de 2013

República Dominicana y la ONU

El próximo 24 de este mes de octubre la Organización de las Naciones Unidas –ONU- cumplirá 68 años de su creación. Nace a raíz de finalizar la segunda guerra mundial con la firma de representantes de 51 países que dejaron a la historia la Carta de las Naciones Unidas, en la ciudad de San Francisco, California, Estados Unidos.
Entre sus principales objetivos se destacan mantener la paz y la seguridad internacional; fomentar relaciones de amistad entre las naciones; ayudar a las naciones a trabajar unidas para mejorar la vida de los pobres; vencer el hambre, las enfermedades y el analfabetismo, y fomentar el respeto de los derechos y libertades de los demás;  servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos objetivos comunes.
A resumidas cuentas la ONU fue creada para contribuir con la paz en el mundo, ya hemos visto decisiones tomadas por algunos de sus organismos en casos de gobiernos dictatoriales, en casos de hambruna, enfermedades, armas, en fin, en todos los asuntos habidos y por haber que ocurren en cualquier rincón del planeta el organismo interviene, aconseja, propone y facilita recursos. Es algo así como un “árbitro” mundial.
Sin embargo, en lo que respecta a mantener la paz, cordialidad y armonía entre la República Dominicana y Haití, el organismo se contradice o contradice principios básicos, al dejarse acosar por grupos de presión que le solicitan intervenir en sus afanes maquiavélicos  de apoderarse del territorio dominicano por no decir invadir este lado a como dé lugar y unificar la isla de Santo Domingo como ha sido conocida desde tiempos de la colonia.
El conocimiento de la sentencia 168/13 emitida el pasado 25 de septiembre por el Tribunal Constitucional ha desatado los demonios en ambos territorios entre gentes de ONG´s, malos dominicanos y haitianos que también cuentan con la compañía de otros organismos internacionales que no disimulan su descontento, y han dejado salir muchas cosas al aire con el objetivo básico de que esta Alta Corte se retracte de sus consideraciones sobre quién o quiénes deben tener la nacionalidad dominicana.
Considero que si es deber o propósito de la ONU fomentar relaciones de amistad entre las naciones, en cuanto a la  República Dominicana y Haití parece realiza todo lo contrario. No solo por dejarse utilizar para inmiscuirse en los asuntos internos de ambos países que en nada contribuye ni ha contribuido a esa parte de sus objetivos, ni mucho menos en ayudar tanto a la República Dominicana como Haití a mantener la paz en sus territorios.
Observo cómo el organismo,  dejado llevar de “Organizaciones Sin Fines de Lucro” u ONG´s y otras personas sueltas”,  crea discordias y enmaraña decisiones soberanas que distancian a  ambas naciones  y las obliga a abandonar los propósitos de bienestar común en sus respectivos territorios, así como a erradicar sus principales males de manera solidaria. La sentencia 168/13 ha dejado al aire que la ONU, en el caso de las relaciones dominico-haitiana, actúa de manera dirigida con propósitos no bien intencionados que a la larga propiciaría aumentar la falta de credibilidad del organismo entre los dominicanos.
Al parecer, la presencia de representantes de la ONU, tanto en la República Dominicana como en Haití y en muchas otras naciones en tiempos de conflictos internos sólo ha servido para  contrariar, llevar desasosiego a sus autoridades  y por ende a sus pobladores con imposiciones de “asuntos” que los conduce a  tratar de invalidarlos para la toma  de decisiones en pos del bienestar y felicidad de sus habitantes.
La ONU y su comparsa han interferido negativamente para que las relaciones dominico haitianas sean armoniosas, en un equivocado papel de juez y parte para que ambas naciones que  comparten este pedacito de tierra encantada  ahonden asuntos del pasado ya superados, con insistencia en defender  supuestas violaciones de derechos y libertades sobre todo en la República Dominicana, de manera absurda, que impide una  convivencia pacífica de ambos pueblos.
Cuando la ONU y su comparsa hablan de “Apátridas”, al referirse a los ilegales  haitianos e hijos nacidos en territorio de la República Dominicana, atropella y llena de incertidumbre a una población migrante que exige derechos fundamentales y libertades primarias, los cuales son objetivos básicos por los que debe velar el organismo en cada uno de los países del planeta.
¿Un haitiano puede ser apátridas?, no, jamás lo es ni lo será, ni sus hijos ni nietos,  aunque hayan nacido en este lado de la isla o en cualquier parte del planeta.  Los representantes de la ONU y su comparsa lo saben y es lamentable que lo sepan y lo distorsionen con intenciones sobradas de pisotear a la República Dominicana. Cuando digo que la ONU contradice sus fundamentos lo digo sobre la base de que sus miembros conocen, como las palmas de sus manos, ambas constituciones, sobre todo la haitiana.
El artículo 11 de la Constitución Haitiana explica que sus nacionales son reconocidos como ciudadanos de su país, y en su artículo 15 les niega la posibilidad de adoptar otra nacionalidad fuera de la suya, la haitiana, por lo que  expresa claramente que ningún haitiano es apátrida, ni mucho menos es “desnacionalizado” por ningún país del mundo, como se ha tratado de confundir a estos nacionales haitianos que en un gran porcentaje desconocen que nunca han estado ni estarán desprotegidos de nacionalidad y por consiguiente de actas de nacimiento ni de documentos de identidad porque forman parte de una nación que ha sido secuestrada por un grupito de deshonestos de la que le han hecho renegar para ellos culminar con sus intenciones malsanas.
Lo lamentable del caso es que la ONU lo sabe, lo conoce, lo esconde, lo oculta. ¿Las intenciones?, todos por aquí creemos adivinar. En vez de procurar que la República Dominicana asuma como nacionales a más de 2 millones de haitianos ilegales en su territorio, este organismo ha fallado en exigirle a las autoridades haitianas que documente a sus habitantes,  amén de velar por el respecto a las leyes dominicanas y prevenir que personas malsanas se aposenten en nuestro territorio para desatar discordias.

Los dominicanos debemos estar atentos a estos asuntos, y como escribí anteriormente que aunque el problema haitiano forme parte de nuestra cotidianidad, no debemos dormirnos en el caso. Debemos estar atentos para no ser despertados en medio de una horrible pesadilla.

A la carrera no quedará bien

Nada que se haga a la carrera puede quedar bien. Los casos abundan y enseñan que las cosas hechas de prisa fracasan, no encajan, no perduran en el tiempo y, terminan mal.  Con los años y los tropezones se aprende que para echar andar determinado proyecto primero se debe hacer una planificación, corrección, cálculos de los pro y contra y, demás está analizar minuciosamente para que quede bien, para que el resultado sea el esperado y luego  exhibirlo como un gran logro.
Sin temor a equivocarme, con el devenir de la puesta en ejecución del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, como manda la Sentencia 168/13 del Constitucional, y tras el Decreto emitido por el Presidente Danilo Medina, se observa al director de Migración, Ricardo Taveras, entregar cientos de carnets a extranjeros en la República Dominicana de manera tan de prisa que podría, en un breve plazo, desviar la esencia del mismo.
Ha de suponerse que previamente esas personas, en el caso de los trabajadores temporeros, deberían estar plenamente documentadas con nombres propios y datos legítimos otorgados o recibidos en sus respectivas naciones, antes de recibir un carnets que los acredite como extranjeros para que puedan desempeñarse en determinados oficios u ocupaciones en el país, sea estudiantes, cocineros, braceros, domésticos o lo que fuere.
He visto con extrañeza que el director de Migración, conocedor por demás de la problemática de los nacionales haitianos, que en más de un 90 por ciento carecen de documentos de identidad, quejarse de que este inconveniente impide dotar de carnets para ser contratados como trabajadores temporeros a más de 20 mil personas del vecino país que viven ilegalmente en la República Dominicana y que así lo han solicitado.
Justo, en un acto celebrado en Mao, Valverde, en que la dirección de Migración entregó 80 carnés a trabajadores haitianos dentro del proceso de regularización de trabajadores temporeros, Taveras asegura que hay en una lista de espera unas 20 mil personas que no han podido ser carnetizadas por carecer de  documentaciones cuya obtención se les dificulta en su país, ya que en su mayoría no cuentan con recursos para procurarlos.
Desde tiempos remotos se habla de que los haitianos cruzan la frontera y llegan a la República Dominicana por diferentes vías y sin ningún tipo de identificación. Esta problemática ha sido ampliamente conocida y debatida por abogados, especialistas constitucionales, expertos en migración, miembros de la Junta Central Electoral y personas conocedoras de esta gran falla de las autoridades que ha tenido Haití desde siempre.
El director de Migración no debe acusar ahora ignorancia para informar sobre esta realidad que es harta conocida por todos, tanto aquí como allá.  Estas 20 mil personas no podrán ser carnetizadas por carecer de identificación personal y las autoridades dominicanas tienen en este, como en otros casos, que replantear los propósitos firmes del Plan. A la larga este inconveniente podría desvirtuar la esencia y resultados esperados que se ha propuesto lograr el gobierno, primero se deberá procurar que estas personas decidan nombres y apellidos propios en su país, y luego evaluar correcta y minuciosamente cada uno de los casos.
No queda bien que, por el afán de mostrar a ONG´s, organismos internacionales e islas de la región que critican hoy a la República Dominicana, de que aquí se cumple y se respetan supuestos derechos humanos, sus autoridades muestren preocupación, de la noche a la mañana, de que existe tal impedimento para dotar a esas personas de carnets como trabajadores temporeros.
Por lo tanto, dotar a miles de ilegales haitianos y de cualquier otra nacionalidad de un carnets solo porque hay que hacerlo ya, como si el tiempo se acaba, como si después sería tarde, representa un claro peligro para la nación dominicana en el devenir.
Fíjense bien y tengan cuidado, no se puede ir por ahí dotando de carnets de trabajadores temporeros a tanta gente que quizás no es ese su interés para residir en la República Dominicana. Igualmente ocurre con la entrega de prisa de carnets de acreditación a estudiantes extranjeros de diferentes universidades.
Este proceso del Plan Nacional de Regularización es muy delicado para la República Dominicana y por lo tanto merece que el mismo sea bien ejecutado, planificado y elaborado, sobre todo, en esta parte de la carnetización de extranjeros en territorio dominicano, pero no como se lleva a cabo, de manera tan deprisa que podría ser vulnerado igualmente de prisa sin que las autoridades lo noten, pero sí gente del pueblo que en muchos casos no tiene voz, pero podría estar tomando apuntes.
Esos 20 mil haitianos imposibilitados de portar un carnet como trabajadores temporeros, debe ser un tema de los tantos que quedarán encima de la mesa al concluir este 2013 para las autoridades dominicanas, y uno más de los tantos que se les deberá procurar solución en el venidero 2014. No puede ser a la carrera, porque primero se deberá agotar un proceso de buscarles sus nombres y apellidos en su país natal; aquí nadie debe ni puede proporcionárselos.
Conviene a todos que las cosas salgan bien, por lo que no debe ser a la carrera, no de prisa, no así.


 
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