Con el transcurrir del tiempo las
sociedades en desarrollo y las más avanzadas se encuentran de pronto asaltadas
por hechos que se vuelven cotidianos por la continuidad o repetitividad de los
mismos que, sin proponérselo, forman
parte de una cultura adquirida.
Los casos están por doquier y son
evidentes. Pero es específicamente el dominicano que quiero referir. A través
de los años la sociedad dominicana se ha visto copada de hechos y situaciones,
algunos de los cuales tomará tiempo y una gran inversión de voluntades
para escapar de los mismos, sin pensar
siquiera en erradicarlos, sería utopía.
El problema eléctrico forma parte
ya de la cotidianidad en la sociedad dominicana desde hace más de cuatro
décadas. Gruñir como niños cuando se suspende el servicio y aplaudir cuando es
devuelto, es costumbre en todos los ámbitos sociales, bajos, medios y altos.
Pero en la República Dominicana
ocurren otros hechos que más que las fallas del sistema eléctrico, han envuelto
a su sociedad en una maraña que si las autoridades competentes no procuran
solución formulando y ejecutando políticas, los mismos entrarían en una etapa
peligrosa que adelantaría el surgimiento de protagonistas inesperados salidos, con todas las posibilidades, del pueblo
mismo.
Tal es el problema de la
inmigración ilegal de haitianos en nuestro territorio. El caso se ha agudizado
en los últimos años, los haitianos quieren a toda costa entrar a la República
Dominicana como chivos sin ley y, cuando las autoridades dominicanas tratan de
imponer las reglas procuran todo tipo de
chantajes.
Si instituciones del Estado
dominicano destapa y descubre sus madejas de falsedades con las que pretenden
obtener la nacionalidad dominicana,
entonces acuden a sus amigos que buscan resolverles el problema de manera
inequívoca.
Para muchos dominicanos existía
solo la percepción de que los haitianos contaban con amigos en los países
interesados en buscarle cobija a tanta miseria humana, y no precisamente por
falta de alimentos, sino por falta de coraje para afrontar sus problemas
internos y crear ellos las bases y condiciones en su nación para que millones
de sus nacionales salgan de la pobreza en que tradicionalmente han convivido.
Sí, existía la percepción, solo
unos cuantos dominicanos lo habían notado y lo habían expresado por diferentes
vías, pero llegó el momento, el momento que siempre llega, llegó, y los organismos internacionales que aúpan
solucionar la tragedia haitiana en territorio dominicano, mostraron el refajo y
dejaron expuestas sus aspiraciones nefastas para la sociedad dominicana.
Me refiero a la visita al
presidente Danilo Medina que hicieran funcionarios representantes de las
Naciones Unidas en el país que, entre otros temas tratados con el mandatario
dominicano, figuró también el caso
haitiano en nuestro país.
Días después de esa histórica
visita, el ex cónsul general de Haití en nuestro país, Edwin Paraison, escribió un artículo basado en unas
declaraciones del director de Migración, Ricardo Taveras, quien dijo apoyar una
manifestación en repudio a la inmigración ilegal haitiana que se ha establecido
en la comunidad de Bávaro, provincia La Altagracia, y que amenaza con sacar a
los pocos dominicanos que residen allí, amén de que han copado todas las áreas
de trabajo.
No puedo dejar pasar por alto la
calificación dada por el señor Paraison a las palabras del director de
Migración, las cuales denominó “Provocación”.
Dijo que tales declaraciones son una provocación, y menciona en el escrito las razones que él
le confiere para justificar que el funcionario del gobierno dominicano no debió
pronunciarse de tal modo.
A caso el ex cónsul haitiano
puede hablar de provocación. Se le
olvida que los miles de ilegales haitianos que han usado nombres y cédulas
falsas para adueñarse de una dominicanidad que no le corresponde es
provocación. ¿No es acaso provocación
que al amparo de esa ilegalidad la Corte Interamericana quiera condenar a la
República Dominicana el próximo mes de
octubre bajo alegatos de quebrantar los supuestos derechos que dicen les
corresponden?
¿Es provocación haber sido
desenmascarados y despojados de esos documentos alterados con los que
pretendían confundirse como dominicanos?.
Ah!, este señor parece no tener
claro el concepto de provocación. Y ¿Qué nombre les pondremos?, ¿Qué nombre les
pondremos?.
Creo que al señor Paraison se le
olvida que el director de Migración primero es dominicano y que le corre por la
sangre la dominicanidad, cosa que los haitianos por más piruetas que hagan a
nivel internacional nunca podrán considerarse como tales.
A los representantes residentes de la ONU en su
visita al Palacio Nacional a procurar una solución favorable del mandatario
dominicano sobre hijos de haitianos ilegales en la República Dominicana, el
presidente Medina les respondió con unas palabras que ningunos de los allí presentes esperaban: “Ese caso no es de mi
jurisdicción”.
Sí, esa fue la respuesta del mismo presidente que en
una glamorosa visita a Haití se ofreció disponer locales en la República Dominicana para
documentar como haitianos a ilegales aquí, como las autoridades haitianas no
hacen. El mismo presidente Medina que
acudió a Haití en una visita solidaria para dejar iniciado el sueño de una
frontera rebosante de verde esperanza.
Si, el mismo presidente que el día después de esa visita que se
caracterizó por el inicio de una era de hermandad entre dos pueblos que se dice
son dos alas del mismo pájaro recibe la inexplicable noticia de que los
productos avícolas dominicanos son impedidos de entrar a Haití. Sí, el mismo
presidente Danilo Medina que desde que asumió la presidencia de la República
Dominicana ha tendido de rosas y jazmines el camino de las relaciones dominico-haitianas
y sólo ha recibido espinas de sus autoridades. Sí, el mismo presidente Danilo
Medina les dejó claro a los de la ONU y por ende a los haitianos que la
República Dominicana impondrá sus reglas de juego y que los tiempos de
chantajes y de procurar amigos que les ayuden en sus aspiraciones de destruir
la dominicanidad ha quedado en el pasado.
La sociedad dominicana ha visto
con el pasar de los años como esta problemática se ha convertido en parte de su
cotidianidad, la solución puede visualizarse, como las fallas del sistema
eléctrico, solo debe haber un conglomerado de voluntades. Esperemos.
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