miércoles, 20 de enero de 2010

El clamor del presidente ha sido oído, pero de qué manera

El clamor del presidente Leonel Fernández ha sido oído, pero de qué manera. Tanto tiempo abogó para que la comunidad internacional auxilie al vecino pueblo de Haití, y es ahora, ahora. Ahora quizás no necesiten tanto tal ayuda como antes, mejor dicho, desde mucho antes de que ocurriera lo que el mundo ya sabe: un terremoto.

Este terremoto no es más que una nueva tragedia de la cadena que ha padecido ese país.

Nuestro presidente presagió que algo parecido a este sismo podía ocurrir en Haití. Y lo anunciaba, y sus palabras anticipaban que a esa nación le esperaba lo peor y por tanto pedía al mundo que fijara su mirada hacia este empobrecido pedacito de tierra que tenemos al lado.

No quedó un foro ni un cónclave ni conferencia ni audiencia internacional en la que Fernández clamara ir a ayudar a Haití.

Lo que está ocurriendo allí ahora es lo más parecido a la hipocresía, solo que en estos momentos de muerte y destrucción se observa adornada vestida con traje de limosnas con aspecto de solidaridad.

Solidaridad de qué, me van a decir que es solidaridad las migajas que están llevando las grandes naciones a Haití. No es verdad, tanto dolor acumulado, tanta miseria amontonada, y sin embargo se le dio la espalda para ahora venir con pedazos de pan y mantas desechables a decir que son sus hermanos, que son seres humanos como los demás.

Solidaridad de qué, ayudas de qué, los anuncios de inversiones, reconstrucciones de qué y para qué, si en unos pocos días nadie se acordará de “sus hermanos haitianos”. Por favor, tanto asco no cabe.

Este fenómeno natural que ha ocurrido en Haití quizás ha sido cómplice del clamor de nuestro Presidente Fernández, Sus palabras denotaban y aún denotan impotencia sobre la situación de pobreza extrema en que está sumergido ese país.

Las naciones poderosas ahora han escuchado el llamado de la naturaleza ante su negativa al clamor de nuestro jefe de Estado, y ante sus oídos sordos de no tomar en cuenta las de Dios.

Aun no puedo creer lo que mis ojos ven y mis oídos oyen. Pero es el mundo y aunque hago mis aportes sola no lo podré cambiar, necesito ayuda para lograrlo.

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