El próximo 24 de este mes de
octubre la Organización de las Naciones Unidas –ONU- cumplirá 68 años de su
creación. Nace a raíz de finalizar la segunda guerra mundial con la firma de
representantes de 51 países que dejaron a la historia la Carta de las Naciones
Unidas, en la ciudad de San Francisco, California, Estados Unidos.
Entre sus principales objetivos
se destacan mantener la paz y la seguridad internacional; fomentar relaciones
de amistad entre las naciones; ayudar a las naciones a trabajar unidas para
mejorar la vida de los pobres; vencer el hambre, las enfermedades y el
analfabetismo, y fomentar el respeto de los derechos y libertades de los demás;
servir de centro que armonice los
esfuerzos de las naciones por alcanzar estos objetivos comunes.
A resumidas cuentas la ONU fue
creada para contribuir con la paz en el mundo, ya hemos visto decisiones
tomadas por algunos de sus organismos en casos de gobiernos dictatoriales, en
casos de hambruna, enfermedades, armas, en fin, en todos los asuntos habidos y
por haber que ocurren en cualquier rincón del planeta el organismo interviene,
aconseja, propone y facilita recursos. Es algo así como un “árbitro” mundial.
Sin embargo, en lo que respecta a
mantener la paz, cordialidad y armonía entre la República Dominicana y Haití,
el organismo se contradice o contradice principios básicos, al dejarse acosar
por grupos de presión que le solicitan intervenir en sus afanes maquiavélicos de apoderarse del territorio dominicano por no
decir invadir este lado a como dé lugar y unificar la isla de Santo Domingo
como ha sido conocida desde tiempos de la colonia.
El conocimiento de la sentencia 168/13
emitida el pasado 25 de septiembre por el Tribunal Constitucional ha desatado
los demonios en ambos territorios entre gentes de ONG´s, malos dominicanos y
haitianos que también cuentan con la compañía de otros organismos
internacionales que no disimulan su descontento, y han dejado salir muchas
cosas al aire con el objetivo básico de que esta Alta Corte se retracte de sus
consideraciones sobre quién o quiénes deben tener la nacionalidad dominicana.
Considero que si es deber o
propósito de la ONU fomentar relaciones de amistad entre las naciones, en
cuanto a la República Dominicana y Haití
parece realiza todo lo contrario. No solo por dejarse utilizar para inmiscuirse
en los asuntos internos de ambos países que en nada contribuye ni ha
contribuido a esa parte de sus objetivos, ni mucho menos en ayudar tanto a la
República Dominicana como Haití a mantener la paz en sus territorios.
Observo cómo el organismo, dejado llevar de “Organizaciones Sin Fines de
Lucro” u ONG´s y otras personas sueltas”, crea discordias y enmaraña decisiones
soberanas que distancian a ambas
naciones y las obliga a abandonar los
propósitos de bienestar común en sus respectivos territorios, así como a
erradicar sus principales males de manera solidaria. La sentencia 168/13 ha dejado
al aire que la ONU, en el caso de las relaciones dominico-haitiana, actúa de
manera dirigida con propósitos no bien intencionados que a la larga propiciaría
aumentar la falta de credibilidad del organismo entre los dominicanos.
Al parecer, la presencia de
representantes de la ONU, tanto en la República Dominicana como en Haití y en
muchas otras naciones en tiempos de conflictos internos sólo ha servido para contrariar, llevar desasosiego a sus
autoridades y por ende a sus pobladores
con imposiciones de “asuntos” que los conduce a
tratar de invalidarlos para la toma de decisiones en pos del bienestar y felicidad
de sus habitantes.
La ONU y su comparsa han
interferido negativamente para que las relaciones dominico haitianas sean
armoniosas, en un equivocado papel de juez y parte para que ambas naciones que comparten este pedacito de tierra encantada ahonden asuntos del pasado ya superados, con insistencia
en defender supuestas violaciones de
derechos y libertades sobre todo en la República Dominicana, de manera absurda,
que impide una convivencia pacífica de
ambos pueblos.
Cuando la ONU y su comparsa hablan
de “Apátridas”, al referirse a los ilegales
haitianos e hijos nacidos en territorio de la República Dominicana, atropella
y llena de incertidumbre a una población migrante que exige derechos
fundamentales y libertades primarias, los cuales son objetivos básicos por los
que debe velar el organismo en cada uno de los países del planeta.
¿Un haitiano puede ser
apátridas?, no, jamás lo es ni lo será, ni sus hijos ni nietos, aunque hayan nacido en este lado de la isla o
en cualquier parte del planeta. Los
representantes de la ONU y su comparsa lo saben y es lamentable que lo sepan y
lo distorsionen con intenciones sobradas de pisotear a la República Dominicana.
Cuando digo que la ONU contradice sus fundamentos lo digo sobre la base de que
sus miembros conocen, como las palmas de sus manos, ambas constituciones, sobre
todo la haitiana.
El artículo 11 de la Constitución
Haitiana explica que sus nacionales son reconocidos como ciudadanos de su país,
y en su artículo 15 les niega la posibilidad de adoptar otra nacionalidad fuera
de la suya, la haitiana, por lo que expresa
claramente que ningún haitiano es apátrida, ni mucho menos es “desnacionalizado”
por ningún país del mundo, como se ha tratado de confundir a estos nacionales haitianos
que en un gran porcentaje desconocen que nunca han estado ni estarán desprotegidos
de nacionalidad y por consiguiente de actas de nacimiento ni de documentos de
identidad porque forman parte de una nación que ha sido secuestrada por un
grupito de deshonestos de la que le han hecho renegar para ellos culminar con
sus intenciones malsanas.
Lo lamentable del caso es que la
ONU lo sabe, lo conoce, lo esconde, lo oculta. ¿Las intenciones?, todos por
aquí creemos adivinar. En vez de procurar que la República Dominicana asuma
como nacionales a más de 2 millones de haitianos ilegales en su territorio,
este organismo ha fallado en exigirle a las autoridades haitianas que documente
a sus habitantes, amén de velar por el
respecto a las leyes dominicanas y prevenir que personas malsanas se aposenten
en nuestro territorio para desatar discordias.
Los dominicanos debemos estar
atentos a estos asuntos, y como escribí anteriormente que aunque el problema
haitiano forme parte de nuestra cotidianidad, no debemos dormirnos en el caso.
Debemos estar atentos para no ser despertados en medio de una horrible pesadilla.