jueves, 13 de agosto de 2009

Hoy quiero relatar aquella tarde cuando estuve frente a él

Esperé algunos días, porque sabía que la euforia de los actos para celebrar el Centenario de su Nacimiento acabaría pronto. Sólo bastó esperar unos cuantos días. Todos quisieron ser protagonistas de los homenajes. Aquellos que les conocieron, aquellos que en verdad compartieron con él y fueron sus verdaderos amigos y hoy sus discípulos, como los que muchas veces no quisieron mencionar u oír mencionar su nombre. Pero los actos conmemorativos los unió y eso debe ser motivo de regocijo para todos los dominicanos. Todos debemos reconocer los aportes que ha hecho el Profesor Bosch, tanto en vida, como su muerte.

En vida, lo recordamos por sus aportes a la democracia dominicana, su pensamiento político y sus ideales de nación en la que todos los nacidos en esta media isla disfrutemos de los mismos derechos. También lo recordamos por sus cuentos, tanto en el país como en el exilio, su Mañosa, su “Comprende”, sus enseñanzas, su gobierno de apenas 7 meses y su Constitución.

Pero bueno, hoy quiero compartir el momento más cercano que me concediera la vida con el profesor Juan Bosch.

Fue una ajetreada y a la vez refrescante e inesperada la tarde del 28 de julio de 1995, cuando estuve frente a esos impactantes ojos azules que hacían juego con su blanca cabellera que poseyó la figura física de Bosch.

Esa tarde acudí presurosa a la cita informada a través de los medios de comunicación de que él estaría allí autografiando sus obras.

Estuve atenta y temerosa de que en cualquier momento se detendría de complacer a un público ansioso de guardar este tesoro de ver plasmado en sus obras adquiridas, sin importar costos, sus letras, su caligrafía, su memoria.

La suerte me acompañó y pude lograrlo, y para mí ha sido fantástico, lástima que momentos así no los pude repetir, pero agradezco a Dios que lo tuve.

Pero el recuerdo más preciado de ese momento fue cuando me preguntó mi nombre, y sin repetirle lo plasmó de inmediato en mi tesoro que conservo. Es esto lo que quiero compartir con mis lectores, él ha sido la única persona a quien no he tenido que repetirle mi nombre dos ó tres veces, y en ocasiones he tenido que contar la historia del por qué mis padres me pusieron tal nombre.

Hasta en oir el profesor Juan Bosch fue grande, por algo en una ocasión refirió que “Dios le ha dado dos oidos a una persona y una boca, que significa oir más y hablar menos”. Que el Señor Todopoderoso y eterno lo haya acogido en el cielo.

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