viernes, 10 de agosto de 2007

Temor de Dios

Resulta difícil a toda luz para aquellas personas que no sienten temor de Dios amar a quienes consideran sus enemigos.
El tiempo, que lo cura todo, se encarga de enrostrar que en muchos casos son imaginarios, no son tales enemistades.
Para quienes no conocen el significado del amor, sobre todo aquel que debemos profesar al prójimo, Dios nos habla a través de los evangelistas San Mateo y San Lucas, sobre el amor a nuestros enemigos y a quienes nos persiguen.
Mientras las personas estén preocupadas solo en sus quehaceres personales e individuales y se olviden del amor no entenderemos nunca el amplio y abarcador significado de ésta palabra mágica.
Envolverse en un mundo de enemistades nos aleja del amor que profesó Jesús, quien sirvió de cordero de todos para nuestra salvación basado simplemente en el amor que sintió hasta para quienes lo crucificaron.
Los evangelistas Lucas y Mateo nos invitan a amar a nuestros enemigos ó a quienes consideramos nuestros enemigos ó a aquellos que se muestran como enemigos sin nosotros conocer ni saber el por qué. Del mismo modo, nos invitan a orar por quienes nos persiguen.
Mateo 5 nos llama a amar a vuestros enemigos, y rezad por los que nos persiguen “así seréis hijos de nuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su Sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Por que, si amáis a los os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludais sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.
Cuando Dios escribe a través de Mateo sobre el amor hacia nuestros enemigos, simplemente nos pide procurar la verdadera esencia del amor, ya que amar a quienes nos aman no tiene nada de extraordinario y es ahí dónde debemos tratar de asemejarnos a Jesús.
Lucas nos invita a rezar por quienes nos persiguen, porque quien se dedica a perseguir a su hermano carga mucho más pesado. Carga con su cruz y con la cruz de su perseguido. Cargar además con la cruz de quien se persigue significa tener los mismos problemas de esa persona, llevar la misma rutina de vida, ir a todos los lugares que el perseguido frecuenta, carga con sus penas y alegrías, sus anhelos, sus esperanzas, sus sueños, en fin con toda su vida.
Vivir la vida de otra persona debe ser aterrador además de estresante.
Cuando Mateo insta a rezar por quienes nos persiguen nos pide orar sin descanso porque quienes se dedican a esta práctica son dignos de pena. Son simplemente almas que aún no han encontrado su esencia. El evangelista nos pide orar sin descanso por esas personas para que el Espíritu Santo se derrame sobre ellos y les cambie su corazón.
Quien se dedica a perseguir a otros difama, injuria y daña ante el desconocimiento de que ese mal le recaerá a ellos porque las leyes divinas son coherentes con las filosóficas.
Es en éste aspecto que Mateo 7 nos señala que Jesús dice no juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?.

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